TRES VECES 20
La
película visionada en la primera práctica, muestra la cruda realidad a la que
se tienen que enfrentar las personas que están a punto de jubilarse. Esta nueva
realidad se puede ver desde dos posturas muy radicales: por un lado, la aceptación
total y la tendencia a ir modificando la vida propia y la de las personas que
la rodean para conseguir una mejor adaptación a esa nueva etapa (la vejez), y
por otro lado, todo lo contrario, la negación de la llegada inminente de la
vejez, la búsqueda de la eterna juventud, la expresión: “eso a mi nunca me
ocurrirá”, hacer actividades más relacionadas con la juventud que con la edad
que realmente se tiene, la cirugía estética, etc.; en definitiva, ir en contra
del ciclo vital.
El
envejecimiento es uno más de los procesos por los que tienen que pasar las
personas, unos lo ven con más positivismo que otros que son mas reacios a
aceptar esa llegada. Por mucho que intentemos modificar nuestro físico,
nuestras relaciones sociales, la edad sigue avanzando inevitablemente, nuestro
cuerpo va notando el paso del tiempo, el cansancio se hace más notorio, etc.
Ciertas
situaciones o síntomas pueden incrementar el malestar de una persona, sobre
todo si esas situaciones o síntomas están relacionados con el envejecimiento o
con problemas que aparecen en esa etapa (perdida transitoria de memoria) y que
incluso pueden llegar a hacer que la persona se sienta incapaz (como el caso de
la protagonista).
El
rol que ocupa una mujer cuando llega la jubilación se centra básicamente en
cuidar a la familia y cuidar de la casa, todas las actividades rondan sobre
ellas, dejando un tiempo inexistente para que la propia persona pueda realizar
otras actividades de índole más personal y de ocio, aunque matizando también
que ese rol lo tiene tan aceptado que son muy reacias a que ellas sean las
cuidadas y no las cuidadoras (les cuesta mucho decir “cuídame”).
Las
influencias externas, no sólo a nivel personal (amigos de la misma edad,
familia, compañeros de trabajo, etc.) sino también institucional (residencias,
asociaciones de mayores, etc.) ayudan también en el proceso de adaptación: no
es lo mismo codearse con gente joven, con ganas de comerse el mundo que ir a
una residencia donde los pobres abuelos, en muchas de las ocasiones, están
apartados esperando la visita de algún familiar.
Las
personas mayores están constantemente comparándose con las jóvenes, ello
provoca en muchas situaciones que se sientan trasparentes, ya que no encandilan
a los hombres como lo hace una veinteañera, el estado de forma no es muy bueno
(salvo excepciones en las cuales octogenarios están más en forma que
veinteañeros que tienen todo el tiempo del mundo), etc. Pero lo que más me
llama la atención es que los jóvenes ponen verde a los ancianos (por ejemplo en
el estilo de conducción) y los ancianos lo contrario con los jóvenes (forma
estúpida de comportarse en relación a como se comportan ellos).
La
edad cognitiva suele ser un problema (edad que la persona cree que tiene) ya
que hace que se sientan más jóvenes y vean la vejez a una larga distancia de
sus vida (suelen ser 8 años de diferencia). La verdad es que el miedo a
envejecer hace que se intenten involucrar con los más jóvenes y no aceptar la
verdadera realidad.
La
tendencia al envejecimiento poblacional en Occidente, provoca que los nuevos
avances vayan encaminadas a la tercera edad, ya que supondrá un enriquecimiento
para aquellas personas que dediquen sus financiaciones a dicho hecho, como
residencias más adaptadas en las que no se aparten a los usuarios del resto del
mundo, en las que se favorezcan un régimen de visitas más factible con los
familiares, etc., En definitiva, quitar a la gente la idea de que las residencias
son lugares deprimentes y convertirlos en lugares modernos.
Para
concluir, el hecho de que sea la muerte de un ser querido el que nos haga
reflexionar sobre la vida y más si esa persona ha sido una de las que mejor ha
llevado el envejecimiento hace que nos replanteemos ciertos aspectos de la
vida, como por ejemplo que el hecho de ser anciano no implica discapacidad,
perdida de la salud, de la sexualidad ni de facultades mentales, etc. Todo lo
contrario, se puede vivir la vida mejor incluso que personas de cuarenta años.
Las personas mayores tienen el derecho a decidir como, donde y con quiénes
quieren morir, hacer o deshacer según les venga en gana, entretenerse ayudando
a otros (sin tener que ser explotados por el hecho de ser voluntarios) o
quedarse en casa sin hacer nada.
Desde
mi punto de vista, la película no me ha resultado muy llamativa, ya que es el
día a día de la actualidad, personas obsesionadas con el trabajo, que por el
hecho de pensar en la jubilación se sienten anímicamente mal porque no saben
que van a hacer luego, o el rol ya aceptado de que la abuela es la que se encarga
de los nietos mientras los padres están trabajando. El personaje que más me ha
conmovido es el de la bisabuela, ya que plasma el envejecimiento más positivo y
a pesar de tener un tumor terminal, no pierde el tiempo, va de allá para acá,
cocina, queda con sus amigos octogenarios, etc. El único momento en el que he
sentido lástima por alguno de los personajes ha sido al principio, cuando la
protagonista quería adaptarse en la primera clase de aquagym con mujeres de 30
o 40 años y cuando se acicalaba para engatusar a los hombres sin ningún
resultado. La gente cambia, pero no debemos esperar que un hecho drástico, como
la pérdida de un ser querido, sea el condicionante para adaptarnos a las nuevas
situaciones.
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